miércoles, 7 de mayo de 2014

FUI SANTIFICADO

1 Corintios 1:2; 1:30
 En Isaías 6:3 los serafines usan tres veces una palabra para describir lo que Dios Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Encuentra usted una descripción similar en Apocalipsis 4:8 “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. La palabra “santo” significa “puesto aparte, separado”. De modo que podríamos traducir Isaías 6:3 de esta manera: “SEPARADO; SEPARADO; SEPARADO es el Señor de los ejércitos”.
De modo que él nos MANDA a estar SEPARADOS de todo lo que es pecaminoso. Este mandamiento se encuentra en 1 Pedro 1:16 “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo: porque el deseo de Dios es que el creyente imite su santidad lea Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. De acuerdo con Levítico 11:44-45, los creyentes del Antiguo Testamento tenían este mismo mandamiento. De modo que al estudiar la doctrina bíblica de la SEPARACIÓN debemos empezar con DIOS MISMO y debemos tener siempre en mente el hecho de su santidad y su separación.
La palabra “santidad” significa “santificación” (vea 1 Tesalonicenses 4:3-4 donde la misma palabra se usa dos veces) y “santificación” significa “ser apartado, ser separado”. De modo que Dios nos ha llamado a estar separados para ÉL. De acuerdo a Romanos 1:1, Pablo fue llamado a ser santo y de acuerdo a Romanos 1:7 “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, los creyentes de Roma fueron llamados a ser santo. Por lo tanto, ¿usted cree que esos creyentes eran realmente santos?. La palabra “santo” significa “una persona santa, una persona apartada, una persona separada”.
Lea 1 Corintios 2:15-3:4. Los creyentes de Corinto eran creyentes espirituales y también había carnales, nos sorprende entonces descubrir que en 1 Corintios 1:2 esos creyentes fueron santificados. No sólo eso en 1 Corintios 1:30 encontramos que en Cristo Jesús estos creyentes no sólo tenían sabiduría y justificación y redención, sino también tenían santificación. En 1 Corintios 6:11 leemos que aunque esas personas en Corinto habían sido antes terribles pecadores (versículos 9-11), ahora habían sido lavados y santificados (separados, apartados) y  justificados (declarados justos). De modo que según la manera en que estos creyentes corintios vivían (1 Corintios 3:1-4), ellos eran carnales, pero de acuerdo a como Dios los veía EN CRISTO (1 Corintios 1:2) ellos eran santos. En Efesios 1:1 y Filipenses 1:1 los creyentes de Éfeso y de Filipo eran llamados santos.
En  Colosenses 3:12 leemos que hay tres cosas que son ciertas de todo creyente. Cada creyente es escogido de Dios, santos y amados (Dios nos ama pues estamos en el Amado, ver Efesios 1:6 y Mateo 3:17). En 1 Pedro 2:9 descubrimos cuatro cosas más acerca de los creyentes. Como creyentes somos: linaje escogido, real sacerdocio (cada creyente es un sacerdote y podemos ofrecer a Dios los sacrificios descritos en Hebreos 13:15-16); nación santa y pueblo adquirido (pueblo propio de ÉL, ver Tito 2:14). Por ello, cada creyente, por cuanto ha sido separado, es responsable de vivir una vida separada.
Esto significa que Dios espera que los santos vivan como santos. Puesto que fuimos separados para Dios, hemos de vivir vidas separadas, en Efesios 4:1 encontramos la siguiente declaración Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados. La palabra “vocación” significa “llamado o llamamiento”. De modo que el Señor quiere que nuestro vivir sea digno del llamado con el cual fuimos llamados. Como creyentes en Cristo tenemos un gran llamado. Cuando Dios nos salvó, ÉL nos separó y nos llamó HACIA ÉL MISMO. De acuerdo con 1 Corintios 1:9, fuimos llamados “a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. La Biblia describe este maravilloso llamado de tres maneras. Como creyentes en Cristo tenemos un llamamiento supremo según Filipenses 3:14, llamamiento celestial según Hebreos 3:1  y  llamamiento santo según 2 Timoteo 1:9. De acuerdo con 1 Tesalonicenses 4:7, Dios nos llama a santificación, debemos de entender quiere Dios que nuestro andar sea digno de nuestro santo llamado (Efesios 4:1). La palabra “digno” procede de otra palabra que significa “medir”. En los tiempos bíblicos se usaban balanzas para medir. El patrón de medida se colocaba en un lado y el producto (grano, fruta, etc.) a pesar, se colocaba al otro lado. Cuando los platillos estaban nivelados y balanceados, todos sabrían que se había medido la cantidad apropiada. Por lo cual la palabra digno conlleva la idea de equilibrado e igual. Considere otra vez Efesios 4:1,  andar como es digno significa que nuestro andar (nuestra vida) debe ser igual, estar al mismo nivel de nuestro llamamiento.
Sé que soy un santo y que Dios me ha llamado hacia Él Mismo con un llamamiento santo y por su gracia deseo vivir una vida santa y separada, para que otros puedan saber que pertenezco al Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
El gran problema se genera cuando desobedecemos Efesios 4:1, y no andamos como es digno de nuestro llamamiento santo. Aunque somos santos (según Dios nos ve en Cristo), muchas veces en nuestra vida diaria no andamos como santos.
Deseo terminar este pequeño escrito citando  2 Timoteo 2:19 “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” Dios le bendiga.



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